Cómo mejorar la comunicación con mi hijo: 8 pautas clave

La comunicación entre los padres e hijos suele encontrarse con obstáculos a lo largo de la vida del menor. Es natural que dichos problemas generen malestar en los tutores que, preocupados por sus hijos, acaban sintiéndose en muchas ocasiones como que no consiguen avanzar o que están en un callejón sin salida; incluso, con la sensación de que todo lo que se intenta solo agrava el problema.

 

Por ello, en este artículo vamos a compartir algunas pautas clave de comunicación con hijos menores (tanto en etapa infantil como adolescente) para mejorar la comunicación y solidificar la relación entre los familiares. Recuerda que en Psiconar ofrecemos psicólogos para adultos en Móstoles.

8 consejos para mejorar la comunicación con mi hijo

Es importante recordar que cualquiera de estos consejos puede mejorar sustancialmente la salud, sobre todo si se siguen durante un periodo prolongado, pero debemos entender también que no siempre podemos saber qué sucede en el interior de la mente de nuestro hijo.

Esto significa que si este se niega a compartir cierto tipo de información o siente motivos para continuar entorpeciendo la comunicación, lo mejor será que un profesional de la psicología le otorgue la ayuda que necesita para desbloquear la situación. En centro de psicología Psiconar estaremos encantados de ayudaros.

1. Preguntar más que afirmar

Al ser la figura de autoridad y la persona adulta es fácil caer en la tentación de dar las respuestas a las preguntas y ofrecer las directrices en toda situación. Esto hará sentir al niño/a que tiene poco margen para expresarse y ofrecer su punto de vista.

Es muy buena idea, desde que son pequeños, centrar nuestras interacciones con nuestros hijos sobre todo en las preguntas, para conocer su mundo interno y no tanto que ellos conozcan el nuestro.

Preguntas como: ¿Por qué tomaste esta decisión? ¿Cómo te gustaría hacerlo? ¿Qué prefieres hacer? ¿Qué es lo que más te preocupa de este tema?

2. Enseñar con el ejemplo

Es habitual que pidamos a los demás que se expresen cuando en realidad nosotros no lo hacemos tanto como deberíamos. Los niños aprenden con el ejemplo de sus padres, no con las cosas que dicen que deben ser hechas.

Por esto, unos padres que normalizan la comunicación y los temas de conversación entre ellos tienen muchas más probabilidades de tener hijos que hacen lo mismo hacia ellos, sobre todo cuando se respetan sus puntos de vista y se sienten comprendidos.

3. Ofrecer ayuda pero no obligar a aceptarla

Esto nos puede pasar con cualquier ser querido. Vemos cómo toma decisiones que no nos gustan y creemos que necesita ayuda, y automáticamente sentimos esa necesidad imperiosa de hacer algo para ayudarle. 

La ayuda suele ser mejor ofrecerla que imponerla. Por tanto, lo que debemos hacer es crear un entorno que facilite que la persona nos pide ayuda, porque si aún no está en ese punto, no la recibirá correctamente.

Lo mejor en estos casos será avisar de que estamos ahí para lo que necesiten cuando ellos deseen, e incluso dar varias opciones para que haya margen de decisión para el menor.

4. Expresar la preocupación sin alarmismos

Si hablamos sobre ciertos temas transmitiendo una preocupación demasiado elevada puede abrumar a nuestro hijo. Por un lado, puede hacer sentir que nos está haciendo sentir muy mal y ningún hijo quiere ver sufrir a sus padres (salvo en dinámicas graves de venganza, por ejemplo).

Por otro lado, si nos mostramos alarmados transmitimos la sensación de que nos afectan mucho las cosas y podemos reaccionar de forma impredecible y dañina cuando nos enteremos de todavía más cosas de las que ya creemos saber.

5. Ofrecer más de una opción

Cuando hay que negociar o incluso tomar decisiones importantes (o cotidianas), es bueno hacer partícipe a nuestro hijo. Aquel que tiene voto, opinará; de lo contrario y con el tiempo, irá volviéndose más y más reservado porque estará aprendiendo que sus opiniones no surten efecto ni le permiten influir en la toma de decisiones.

6. Aceptar el silencio

Como cualquier persona, nuestros hijos también pueden pasar por etapas en las que necesiten estar un tiempo a solas o gestionar algunas de sus preocupaciones a solas (sobre todo en la adolescencia). Aquí de nuevo, será importante demostrar nuestra preocupación y predisposición de ayuda cuando ellos sientan que es oportuno.

7. Usar los mensajes “yo”

A la hora de hacer críticas o comentarios que pueden ser interpretados como ataques, siempre será mejor decir “yo me siento mal cuando me gritas”, que decir “eres un gritón y siempre acabas elevando la voz”. 

En el primer caso se comunica algo que hace sentir mal, en el segundo se hace un ataque (que además, puede abrir un debate infértil sobre si realmente se estaba gritando y viendo quién grita más que quien). 

8. No castigar sin entender la motivación

Si bien los castigos no suelen ser recomendables, cuando no queda más remedio, es importante hablar con nuestro hijo, entender por qué hizo lo que hizo (y que sienta que lo entendemos), y explicar el porqué del castigo. Haciendo además que este sea proporcional a lo que ha hecho.

Un ejemplo de desproporcionalidad sería dejarlo 1 mes sin teléfono móvil en la adolescencia por una mala nota, cuando sabemos que el aislamiento social (y más en esta edad) es uno de los castigos más duros que a cualquier persona le pueden hacer.

Bibliografía:

  • Uribe, S. G. (2006). Comunicación familiar: un mundo de construcciones simbólicas y relacionales. Universidad de caldas.

  • Cava, M. J. (2003). Comunicación familiar y bienestar psicosocial en adolescentes. In Actas del VIII Congreso Nacional de Psicología Social (Vol. 1, No. 1, pp. 23-27). Málaga: Universidad de Málaga.

  • Chunga, L. S. (2008). Niveles de satisfacción familiar y de comunicación entre padres e hijos. Avances en psicología, 16(1), 109-137.

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