¿Por qué tengo bajo deseo sexual?

Las relaciones sexuales y el placer relacionado con la libido será posiblemente siempre uno de los temas y preocupaciones centrales de los seres humanos, estando este estrechamente ligado con otros aspectos como el éxito, la salud y el amor.

Por ello, cuando una persona siente algún problema relacionado con el deseo sexual, el malestar suele ser alto, en especial si se mantiene a lo largo del tiempo y no se encuentra una explicación aparente.

En este artículo vamos a contestar preguntas como: ¿por qué tengo bajo deseo sexual? ¿Qué es exactamente el deseo sexual? ¿Por qué mi deseo sexual ha cambiado? ¿Debería pedir ayuda profesional por mi baja libido?

¿Qué es el deseo sexual?

Comúnmente mencionado también como libido (sin tilde). Hace referencia a la fase apetitiva relacionada con la motivación y el “empuje” que siente la persona hacia estímulos (imágenes, personas, contextos, etc) que le puedan reportar una satisfacción sexual que alivie esa intensidad sentida.

Así pues, si bien la satisfacción del deseo es placentera, la permanencia de esa intensidad emocional y apetitiva tiende a demandar el ser satisfecha y de no serlo, puede generar frustración y otras emociones negativas (lo cual dependerá mucho de la persona y sus mecanismos de autogestión)

Para el tema que nos concierne, lo más importante que debemos recordar es que el deseo sexual dependerá de diversos factores, ya que es un sistema muy relacionado con otros aspectos de la vida. Será difícil tener la libido alta si tenemos problemas con nuestra pareja, si esta no reúne estímulos que nos resulten deseados o si por ejemplo estamos sufriendo otro tipo de problemas de salud física o psicológica.

¿Por qué tengo bajo deseo?

Existen innumerables motivos por los que una persona puede tener bajo deseo sexual pero a continuación, vamos a comentar los más importantes para que tú mismo/a barajes distintas opciones y puedas explorarlas (con ayuda de un profesional, tu pareja, o quien consideres oportuno).

Problemas médicos

En población sana, no suele ser el principal motivo, pero siempre hay que descartarlo, ya que su no identificación podría agravar la situación en el caso de estar encubriendo una enfermedad o alteración orgánica subyacente no tratada.

Entre los problemas médicos que explicarían por qué tenemos un bajo deseo sexual encontraríamos los problemas o desajustes hormonales, uso de drogas o fármacos que afectan a la libido, problemas neurológicos o del sistema reproductor.

Variables físicas naturales

También pueden afectar variables médicas no patológicas como la fase del ciclo vital (entrar en etapas más maduras) en la que nos encontramos con los altibajos hormonales lógicos u otros momentos como una recuperación médica o un embarazo (durante o después del mismo).

Conflictos de pareja

Empezando con los motivos psicológicos, podríamos señalar sin lugar a dudas, que el principal motivo detectado en las consultas de psicología para adultos son los problemas de pareja.

En ocasiones esos conflictos de pareja no son explícitos (con fuertes discusiones, gritos o malentendidos). Puede suceder sin embargo, que hayan conflictos latentes no resueltos de temas pasados que han ido separando a cada miembro de la relación y se traduzcan en un rechazo o indiferencia presente.

Si este fuese el caso, se recomendaría examinar qué está distanciando y creando esas fricciones para poder ponerles solución. De este modo y de forma indirecta, la libido aumentará.

Falta de novedad o exceso de seguridad

Es frecuente que personas que reportan que se sienten muy bien y seguros en sus relaciones de pareja afirman sentir una disminución acuciante de su deseo sexual.

No es de extrañar que como mamíferos que somos, disponer de una muy alta seguridad de que nuestra pareja siempre estará ahí en un estado simbiótico con nosotros mismos puede disminuir la llama que en otros momentos ardía. 

En las relaciones es recomendable establecer patrones de independencia, donde ambas partes tengan sus ratos de intimidad e incluso secretismo que hagan incentivar la curiosidad y la necesidad de conquista mútua. 

Si este es el caso, se recomienda dar espacio para el desarrollo individual, demostrar a la pareja otras facetas (y a uno mismo). También realizar actividades nuevas de forma conjunta (tanto a nivel sexual, como juegos y dinámicas diarias, como en otras esferas lúdicas).

Rechazo hacia uno mismo

En ciertos casos, las personas podemos sufrir un rechazo hacia nuestro propio cuerpo o persona que nos dificulta estar a gusto.

Esto puede traducirse en vergüenza a la hora de mostrar nuestro cuerpo o nuestra personalidad en las relaciones sexuales, donde de hecho, suele crearse un clima de intimidad y de opertura emocional, que de no estar bien asentada, puede generar rechazo e incomodidad. 

Si este fuese el caso, serían posibles soluciones compartir estos temas con la pareja (si creemos que puede entendernos) o hacer un trabajo con un profesional de la psicología, como los que tenemos en Psiconar.

Malas experiencias sexuales previas

No es necesario haber experimentado grandes traumas sexuales (como escenas de abuso por parte de desconocidos o parejas previas) pero si se han vivido malas experiencias sexuales que han generado rechazo, es posible que se necesite un trabajo psicológico previo para que pueda haber una aproximación segura de nuevo a las relaciones sexuales.

Aquí será fundamental elegir bien a las parejas sexuales para evitar repetir malas experiencias.

Miedos simbólicos asociados a las relaciones

A niveles más profundos, podríamos crear una categoría de causas que explicarían por qué no tenemos deseo sexual que agrupase al mundo simbólico.

Esto incluiría por ejemplo casos como:

  • Miedo al compromiso en relaciones que aún están en fases iniciales y no ha habido contacto sexual.
  • Miedo al embarazo. Se sabe que hay casos de personas que asocian el sexo al miedo al embarazo y todo lo que implica.
  • Miedo al juicio social. Si la persona interpreta que está mal el mantener relaciones sexuales en determinadas circunstancias.
  • Miedo al fallo. Un clásico especialmente en hombres y causante de muchos problemas de disfunción eréctil. 
  • Miedo a contraer enfermedades de transmisión sexual.

Bibliografía:

  • Carrobles, J. A. y Sanz, A. (1991). Terapia Sexual. Fundación Universidad-Empresa: Madrid.
  • De Dios Blanco, E., Duany Navarro, A. y Rojas Zuasnábar, L. (2016). Trastorno de deseo sexual hipoactivo femenino y masculino. Revista de sexología y sociedad, 22(2): 166-187.

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